lunes, 26 de abril de 2010

A nuestras ultimas conversaciones...

Y el silencio inundaba el lugar, para que hablar si nada estaba dicho y ninguno de los dos quería empezar por que no había por donde.. no había para que... todo se asumía por hechos inconclusos, por frases desesperadas emitidas con naturalidad, por gritos susurrados que afianzaban las mentiras que ya todos creyeron y no quedaba mas que darlas por verdad.
En un intento de ser afable, él decide dar la primera frase, un "¿todo bien?" que solo eclipsa la sensación de no querer hablar. "Si" responde ella y añade una sonrisa que no sale natural, sale mas bien atropellada por dentro, como poniendo un PARE a todas las palabras que podría decir, todos los argumentos para expresar que nada estaba bien, que hace mucho no deja de pensar en la manera tan extraña que su mente estableció conexión perfecta con su corazón, que las preguntas sin respuesta la atormentan, aunque atormenta mucho más las respuestas guardadas por que las preguntas jamás llegaran, que el dolor de panza ya es una situación insostenible por tantas palabras tragadas que causan llenura sentimental aguda y que el remedio es olvidar pero el precio es tan exorbitante que únicamente le alcanza para comprar breves momentos felices con sonrisas prefabricadas que atenúan un poco el dolor, que todo fue enterrado vivo , que el corazón late aún, que nada en ella cambio... todo eso reducido a un "si" como respuesta evasiva al mar de lágrimas que suele acompañar, en estos casos, las respuestas reales. Y él se conforma con eso, es suficiente, no desea saber más, aunque mas bien no desea que se le recuerde los hechos que él simula ignorar, para que hacerlo si no tiene el poder de solucionarlos, extrañamente supo crear el sentimiento pero nunca aprendió el efecto inverso, de volver todo como antes, cuando ambos sonreían por la realidad, por lo que ocurría, por lo que se vivía, ahora prefiere el silencio, que pesa más luego de tan solo tres palabras dichas por ambos, pesa por que ya no es solo un silencio, son miles de silencios por tantas palabras que se callaron, que murieron sin nacer, que no existieron en esa trivial "conversación" (por llamarla de alguna manera) pesa tanto que se vuelve insoportable y él decide irse... ella queda sola, una vez más, con el baúl de los recuerdos abierto por que a él se le olvido devolver la llave de su corazón, con su única foto que no se atreve a mirar, con tanta cursilería dosificada para él, para no empalagarse con la miel de los detalles, con alegrías medias, con depresiones jocosas, con despedidas eternas...

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